Una irreversible costumbre que están adoptando muchos automovilistas porteños, incluso profesionales como taxistas y camioneros: no encender la
luz de giro antes de doblar. Claro, es un gran esfuerzo eso de mover la manito a la palanquita ¿no? Y de paso, se sienten unos genios transgrediendo las
reglas de tránsito.

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